por Concepción M. Moreno
La gran paradoja de la enfermedad que sufre el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, es que este oncólogo de profesión es un incansable luchador contra el tabaco, una de las principales causas de cáncer en el mundo, y divulgador de esa dolencia, a la que llamó en un libro suyo “un mal amigo”.
Aunque él ya ha dicho en alguna ocasión que “el cáncer no es una enfermedad hereditaria ni contagiosa”, lo cierto es que el “mal amigo” es un viejo conocido de su familia, tanto que su especialización en Oncología partió precisamente de ahí.
“Mi madre murió cuando yo tenía 22 años. Se enfermó y yo recé, pedí desesperadamente que se salvara. Y se murió. A los dos o tres años se enferma mi hermana con un hijo chico. Yo volví a rezar. Y se murió. Después se murió mi padre. Entonces recé menos, pero recé. También se murió, y no recé más“, explicó a Carlos Liscano, autor del libro “Conversaciones con Tabaré” (Caballo Perdido, 2003).
Y ahí llegó la vocación por esa rama de la medicina: “Después vino lo científico, había cosas que la religión no podía explicar”.
Más allá de su historia familiar, o quizá precisamente por ella, Vázquez se erigió, desde la función pública, en adalid de la lucha antitabaco, algo que le llevó desde enfrentarse a una poderosísima multinacional como la estadounidense Philip Morris a ser nombrado Héroe de la Salud de las Américas.
Igual que sus convicciones personales lo llevaron a vetar en 2008 la despenalización del aborto -finalmente aprobada en 2012, con el Gobierno de José Mujica-, su trágica relación con el cáncer le hizo emprender una feroz guerra contra el tabaco, uno de los principales causantes de esa enfermedad en el mundo.
Cuando el 1 de marzo de 2005 se convirtió en el primer presidente de izquierda de Uruguay, decidió prohibir fumar en lugares públicos cerrados, prohibió la publicidad del tabaco, subió los impuestos a los cigarrillos y su aplicación severa del Convenio Marco para el Control del Tabaco hizo que la tabacalera Philip Morris emprendiera un juicio internacional contra el Estado uruguayo.
David ganó a Goliat. Tras 6 años de litigio, el Ciadi (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones), dependiente del Banco Mundial, desestimó la demanda y obligó a que la empresa pagara 7 millones de dólares por los gastos del proceso, además de la totalidad de los honorarios y costos del tribunal y de administración, por valor de 1,5 millones de dólares.
En 2016, año en que se conoció el laudo, Vázquez ya estaba en su segundo mandato como presidente de Uruguay, el actual (2015-2020).
En diciembre de ese año, el mandatario inauguró en Viena el XVII Congreso Mundial sobre Cáncer de Pulmón con el siguiente lema: “La mejor prevención para el cáncer de pulmón es no fumar“.
De nuevo la paradoja en la historia del doctor Vázquez, ya que, según su médico, Mario Zelarayán, el nódulo pulmonar que le fue diagnosticado y que él mismo dio a conocer esta semana se debe al “humo pasivo”.
Tabaré Vázquez, nacido en Montevideo el de 17 de enero de 1940, fue fumador pero lleva más de cinco décadas sin probar el tabaco.
Su batalla contra esa adicción lo llevó al reconocimiento, en 2018, por parte de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), como Héroe de la Salud de las Américas.
En su aspiración por divulgar conocimiento sobre la enfermedad, Vázquez escribió el libro “Crónicas de un mal amigo” (Aguilar, 2010).
En él, el mandatario, en la voz de un viejo médico retirado, escribe: “Llega sin que lo llamen y se queda sin que lo inviten. Corrigió: en ocasiones, sin darnos cuenta, no solo lo llamamos sino que además le facilitamos el camino y le abrimos la puerta. Un mal amigo. Por eso la tarea fundamental para combatirlo es conocerlo”.
Poco después, en Salamanca (España), afirmó en una conferencia que “el cáncer es un mal amigo pero no un asesino implacable“. Ahora, ese “mal amigo” también llamó a la puerta del doctor Vázquez.
EFE